jueves, 15 de abril de 2010




I

Junto al río marchito
que añora la complicidad
del agua,
crece mi pueblo.
Una estación apenas
con un andén angosto
y desolado,
y en el linde
de sus calles de tierra
ese monte que crepita
su pobreza
sobre la tierra callosa
que ya no tiene sueños.
Algún arenal incandescente
seca sus agostos
bajo el influjo
del viento norte en perpetuo
movimiento
El rumor antiguo de los trenes
tapa en el verano
el lamento tenaz de los coyuyos.
Merced del Albigasta,
Villa Unzaga,
mi Frías,
hoy te canto desde mi exilio
itinerante
porque ningún agobio
matará la esperanza
de volver a tu entraña
cuando las horas de mi vida
se apaguen
y den por terminado
mi destierro.




Antonio Cruz













Poema




La noche busca un puente para tender su espacio


el poema se alza como un arco de abrazos


y el amor -que es un ave de infinita dulzura-


te cobija en sus alas embriagadas de canto


para decir tu nombre de niña quinceañera


ilusión, esperanza, corazón y nostalgias.




Que duendes te forjaron, que raíz y paloma


que lluvias adhirieron a tu ser el encanto


que fantasmas celestes pusieron en tu frente


la frescura del viento y el fulgor de la estrella


donde están los traviesos hacedores de sueños


que dieron tus ojos una mirada limpia


y un lozano follaje de sangre en primavera?




Aquí estás. La primera entre todas...


El viento te contempla asombrado de verte,


tanta belleza junta, tanto amor peregrino


muchacha quinceañera.


El ave muere amandoy oigo su voz creciente mas allá del destierro


proclamando el triunfo de tu mirada nueva


de tu amor inventado, y esta cierta esperanza


de tu reino de asombro.




Aquí estás. La noche se ha humillado


ante tu luz sin niebla


y el viento quiebra tallos


ante tu fresco encanto.


Selva Yolanda Ramos