Carneada.
Fue rubia en el cielo.
Las avispas comían en sus pechos
y los ángeles borrachos
iban a los bares de los arededores
sobre los túmulos debajo de los algarrobos
en la época en que florecían las tuscas.
La llevaban a pasear
a esos pequeños milagros que suceden
en nuestro propio corazón.
Y ahí todo se quemaba
como pedacitos de paja.
Y solo el humo que de alguna manera
aparecía
por lo menos a mí
me hacía soñar.
(Del libro Doble cielo - Ed. Argonauta)
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